Toda rutina de entreno tiene una parte aeróbica y otra anaeróbica, la cuestión está en que parte tiene más peso o preponderancia. Es decir, durante mi trabajo de entreno, de dónde va a venir la energía y si voy a tener mucho aporte de oxígeno o no.
Diferenciamos entre ejercicio aeróbico y anaeróbico, porque en el primero la actividad se desarrolla en una intensidad baja-media y normalmente con duración mayor, además durante su ejecución la aportación de oxígeno al músculo es continua y estable, mientras en el anaeróbico, la actividad es corta y de alta intensidad, y la presencia de óxigeno se restringe e incluso se corta por completo.
Ambos modelos nos aportan beneficios y debemos incluirnos en nuestra rutina de entreno.
¿Cómo combinarlos?
Como decimos, lo ideal es combinar ambos tipos de entrenamiento:
El entrenamiento aeróbico nos permitirá quemar más grasas, dicho de forma simplificada.
El entrenamiento anaeróbico nos permitirá mantener y ganar masa muscular, lo cual es fundamental para prevenir lesiones.
La combinación de ambos tipos de entrenamiento se denomina entrenamiento recurrente.
Una buena planificación puede pasar por separar las sesiones de ejercicio aeróbico y anaeróbico en diferentes días.
Consejos que es necesario tener en cuenta:
Periodiza, es decir, no trates de mejorar en todo a la vez. No puedes pretender ganar masa muscular a la vez que aumentas tu RM en todos los ejercicios mientras tratas de batir tu mejor tiempo en una carrera de 10 km.
Maneja correctamente el volumen y la intensidad de entrenamiento. Debes dosificar la cantidad de series semanales que haces durante el entrenamiento de fuerza y la cantidad de kilómetros que realizas corriendo, pedaleando, remando o nadando. Empieza con menos de lo habitual y ve aumentando el volumen si te vas recuperando correctamente.
Si te lo puedes permitir, trabaja la resistencia por la mañana y la fuerza por la tarde. Si no puedes hacerlo, separa estos entrenamientos en diferentes días o al menos con más de tres horas de diferencia.
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